¿Por qué los salvadoreños deberian sentirse muy orgullosos de su país? : Un viaje a El Salvador
Seamos sinceros, El Salvador no es un país que mucha gente en este momento tenga entre sus destinos a visitar debido en gran parte por la malisima publicidad e imagen que se proyecta internacionalmente, principalmente por el tema de las “maras”. Entonces no es solamente un destino en el que la gente no piensa en visitar, sino que además muchos lo consideran peligroso.
Es en principio un país que sorprende, en buena parte, porque lo tiene todo por descubrir y està fuera del “radar viajero” y a eso se suma el desconocimiento general – particularmente de los sudamericanos – de no tener una clara noción de los países de Centroamérica, sus límites , su cultura particular y más que nada, sus diferencias.
Viajando por El Salvador camino al Parque Los Volcanes, este caballero nos transportó durante un tramo en su carreta.
Pero hay algo más que llamo mucho mi atención: la preocupación de su gente por cuidarnos a cada paso de nuestra travesía, de -con mucho cariño y con una sonrisa siempre a flor de labios – advertirnos de los peligros del país, de los pandilleros de que “no se puede caminar por las calles”, de que nos cuidemos.
Sin embargo es ahí donde está la contradicción que tanto me sorprendió.
Era la gente amable, adorada, generosa que nos encontrábamos en cada esquina de nuestro recorrido lo que me llevaba a querer ver mas , conocer mas, a respirar más El Salvador. Y era esa misma gente la que, con toda su buena intención, me decía que me cuidara, que me podían robar, que me podían matar…. otros salvadoreños.
Inevitablemente, cada vez que abría mi libreta nueva para registrar los sabores de estos encuentros me topaba con mi lista de países en la primera pagina. En ella habían muchos que hace pocos años atrás eran considerados tabú para los viajeros internacionales, notablemente países con los que tengo muchos vínculos emocionales: Perú, con su terrorismo, caos e hiperinflación de los años ochenta, un territorio donde a pesar de su inmensa historia y riquezas naturales los índices de turistas internacionales caìan vertiginosamente, Colombia y en particular Medellín, que levantó su imagen de “capital mundial del asesinato” para convertirse en un ejemplo de ciudad en América Latina en poco mas de dos décadas. O incluso Vietnam, un país lleno de problemas, de diferencias sociales y marcado por la sombra de una guerra, ya lejana, sumamente destructiva, que hoy sostiene una industria turística que dinamiza su economía.
Países que le supieron dar la vuelta turisticamente a situaciones adversas, antes que nada cambiando sus propias mentes, reconciliándose ellos mismos con su realidad y aprendiendo del pasado.
Vista del Lago de Coatepeque en El Salvador.
Creo que como casi todos nosotros, los salvadoreños tienen una relación de amor/odio con su propio país. Pero creo también que hay un exceso de pesimismo en cuanto a cómo se ven ellos mismos. Y si: como todas nuestras naciones El Salvador tiene las lacras de la corrupción, de la violencia, el clasismo y las inequidades.
Pero amigos salvadoreños, creanle a este viajero con varios kilómetros en las espaldas cuando les dice que los buenos somos más. Que los buenos en El Salvador son MUCHOS MÁS
Que no pueden dejar que un porcentaje menor de malos compatriotas suyos sean los que dañen el corazón enorme de su país.
Que no es usual que un país tan pequeño tenga tanta diversidad natural.
Que en ningún país del mundo he encontrado gente tan sonriente y dispuesta a tomarse una foto, a bromear, a charlar con una honestidad conmovedora y genuina.
Que a un pueblo no lo definen sus políticos, ni sus criminales, sino la gente común: el ama de casa , el profesional , el vendedor de comida, la gente de verdad.
Que las pupusas SI son únicas y deliciosas.
Que la situación de El Salvador no es la mejor, pero, créanme, tampoco es tan mala como muchos de sus compatriotas la perciben.
Y que cuando nos dicen con todo el amor que no salgamos a la calle, que no se puede caminar, que te van a asaltar en todas las esquinas, están dejando a los malos ganar.
Un niño salvadoreño en un puerto pesquero en El Salvador.
Mi compañero Juan Villarino, el blogger argentino más antiguo, ha recorrido Irán , Irak y Afganistán a dedo sin un rasguño por ejemplo. Lo que quiero decir es que en todas partes hay peligros, que en todas partes hay que tomar precauciones, que no hay país en el mundo que no tenga áreas peligrosas. Y que, como viajeros, tenemos nosotros la responsabilidad de informarnos, de no ostentar, de no hacernos blancos fáciles.
No nos digan cuando visitamos su país que mejor hubiéramos ido a “popa, soyabronx, guadapabeach, mejicabech, la zacarraca, zacatras, la tutu y la campanera” para ver el verdadero El Salvador, porque en Lima existen Los Barracones, en Buenos Aires El Fuerte Apache, en Santiago de Chile La Villa Parinacota y en Rio de Janeiro esta la Villa Cruzeiro y cuando estuvimos ahí tampoco nos interesó visitar esos sitios. Cosas malas , gente mala y lugares malos hay en todas partes. En eso si no son únicos.
No nos digan todo el tiempo que su país es peligroso, no nos digan que no se puede visitar, no nos digan tampoco que es el más seguro ni que todo está bien. Pero llevennos a lo bueno, que de eso hay muchísimo en su país, guiennos hacia los sitios donde SI se puede ir , muestrennos ese corazón tan grande que tienen, hablennos de sus volcanes, de su comida, de su historia precolombiana, de sus leyendas hermosas.
No dejen ganar a los malos, ustedes tienen muchísimo de que estar orgullosos por lo que son , por como son y por lo que tienen para mostrar.
El Salvador resultó ser el número 59 de esa lista que escribí y como sucedió con muchos de los países que la conforman espero volver en algunos años y notar que los salvadoreños mismos cambiaron esa percepción. Para dejar de proyectar una imagen negativa, primero hay que creer en uno mismo.
Tienen un país hermoso de gente hermosa. Cuéntenselo al mundo con orgullo, los viajeros de todas partes se los vamos a agradecer.
JL
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